Itinerario formativo

1° Etapa: Somos creados

Hijos-hermanos

Somos creados

hijos y hermanos

1ª etapa (Nivel Inicial y Primer ciclo de Primaria)


Dios, por amor, nos crea y sostiene en el ser, “modelándolo con arcilla y soplando en su nariz un aliento de vida” (Gn 2,7), nos crea a su “imagen y semejanza”, lo que nos da la posibilidad de amar (Gn 1). La bondad de la creación (Gn 1) lleva a la ADMIRACIÓN por el don recibido y a la GRATITUD hacia el origen de los bienes, Dios.

No existimos por nosotros mismos, sino por nuestro Padre Dios. Él nos crea necesitados, dependientes, pobres, pero con “hermanos” que nos complementan. También nos crea con talentos para poder complementar lo que falta a los hermanos, determinando una reciprocidad ontológica. Dios también nos confió la misión de cuidar y cultivar la tierra (Gn 2).


 


PALABRAS CLAVES:

Padre creador / hijos y hermanos / creación por amor / admiración / gratitud / pobre, dependiente / con talentos, responsables, cuidadores - 



ÍCONO BÍBLICO                                      Gn 2,7

Nuestro origen es Dios que nos crea en un acto de amor. Por eso es nuestro Padre.  

El relato nos presenta dos afirmaciones importantes: 

1.- al crearnos de barro, con elementos materiales, nos hace hermanos de toda la Creación. Experimentar la interconexión y reciprocidad que tenemos con todo lo creado también nos lleva a la gratitud de pertenecer a este mundo maravilloso, lleno de la bondad de Dios. La materia nos une a lo finito, lo caduco, lo limitado. 

2.- pero Dios da al ser humano su Espíritu, de tal modo que resulta un ser viviente. El Espíritu es lo que nos une a lo infinito, lo eterno, a la plenitud. El Espíritu es lo más íntimo y precioso de Dios: el Amor que es vida, que nos permite amar. 

Así, el barro y el Espíritu nos muestran la doble condición de ser, por un lado, pobres, necesitados de los demás y, por otro lado, con potencialidades, capaces de sostener a los demás y comunicar vida. Esta reciprocidad ontológica es la característica que nos hace a imagen y semejanza de Dios: para que haya vida, tenemos que disponernos a la relación.



NÚCLEO CONCEPTUAL

Lo que se propone en esta etapa es educar en la conciencia de ser creaturas amadas por el Padre y por tanto agradecidas, dependientes, cuidadores. Somos creados hijos y hermanos, varones y mujeres. Es educar compartiendo y gustando la bondad de la creación y la bondad del Creador, Dios Padre. Es bueno sentirnos hijos queridos, soñados y esperados.

 

Ser amados por el Padre y agradecidos

Ser “creados” nos lleva a la ADMIRACIÓN por el don recibido y a la GRATITUD hacia el origen de los bienes, Dios. 


Se trata de mostrar a Dios “Creador”, compartir la vivencia del ser amados por el Padre, el “sentirse esperados” como frutos del sueño de Dios, y como dice Laudato Si: “fuimos concebidos en el corazón de Dios y por eso cada uno de nosotros es fruto del pensamiento de Dios. Cada uno de nosotros es querido, es amado, es necesario. ‘Antes que te formaras en el seno de tu madre, yo ya te conocía’” (Jr1, 5) (LS 65).


Dios manifiesta su poder amoroso al sostenernos con proyección eterna. Como la familia que nos piensa, sostiene y cuida, con amor y discernimiento en las decisiones.  Como dice Amoris Laetitia: “La actividad generativa y educativa de la familia es a la vez un reflejo de la obra creadora del Padre” (29).  San Ignacio pone el verbo en presente: “el hombre es creado”, señalando que la creación de Dios no fue en un inicio para luego desentenderse, sino que es continua, en cada día y momento, con paciente amor. 


Ser dependientes. “Pobres”

El gustar internamente la realidad de ser creados por Alguien que nos ama, nos lleva a saber que no existo por mí mismo sino porque otro me soñó, me crea y me cuida. Es bueno tomar conciencia de cuánto dependo de los demás, de la familia, de aquellos que producen los alimentos, de los que nos cuidan, nos enseñan, nos curan, nos dan afecto. Dios nos manifiesta su amor a través de los gestos de estas otras creaturas que ha puesto a nuestro lado, a nuestro servicio. Para los adultos que acompañamos a los niños, implica ser conscientes de que somos co-creadores, colaboradores del Dios Creador.


Esta convicción nos lleva a la HUMILDAD, porque nos muestra que somos dependientes, necesitados, pobres. La humildad está en la base de la auténtica gratitud porque nos permite reconocer desde nuestra pobreza cuánto nos cuida y protege Dios constantemente.


Con talentos para compartir

Creados a imagen y semejanza de Dios somos conscientes de los talentos, capaces y con potencialidades, con un nombre propio para asumir una misión como seres en relación, abiertos a nuestros hermanos. En esta etapa es clave propiciar el autoconocimiento que ayuda a reconocer y conducir los propios dones, sentimientos y emociones. También comenzar a conocer al otro reconociendo sus dones y particularidades con las que Dios los soñó. En particular como varones y mujeres valorando la interdependencia y la reciprocidad.


Ser cuidadosos y cuidadores

Ser dependientes de Dios, de otros, y de estar con nuestros talentos en relación, nos ubica frente a los demás como hermanos y frente a las cosas como administradores llamados a cuidar para compartir, a no derrochar, a no consumir de más. Porque cada ser humano posee una dignidad inalienable, es valioso, tiene bondad ya que es creado por Dios nuestro Padre. Es el desafío de educar en una sana humildad y en una feliz sobriedad como camino de toda la vida, cuyas semillas se plantan en esta etapa inicial. 


Este aprendizaje del cuidado nos invita a “la vocación de ser protectores de la obra de Dios” central en la experiencia cristiana (Amoris Laetitia). Implica un aprendizaje progresivo del ejercicio responsable de la libertad, creciendo en la conciencia que un mal uso de la misma daña a los demás y a nosotros mismos. 


El “ver”, primera competencia que señalamos también en el aprendizaje “Compromiso”, implica fomentar y educar una profunda sensibilidad contemplativa. La contemplación supone el camino del reconocimiento y del respeto al otro y a lo otro, la educación de la paciencia y del cuidado contrario al “use y tire” que no reconoce ni valora. 



ETAPA MADURATIVA Aspectos más relevantes del desarrollo

3 a 6 años

En la etapa inicial, antes del comienzo de la primaria persiste un marcado egocentrismo, que impide ponerse en el lugar del otro, pero sí posibilita la escucha de esta verdad fundamental: “Soy creado por Dios que es mi Padre y me ama infinitamente”.


El desarrollo del lenguaje va de la mano de un incremento de su sociabilidad y del juego simbólico. Este último debe ser promovido junto con la posibilidad de narrar y dibujar. Más juego simbólico, menos pantallas. Es recomendable por tanto promover instancias en las que el amor, la gratitud, la interdependencia y el cuidado sean parte de las narraciones, los dibujos y los juegos.


Los adultos, llamados a ser co-creadores con el Creador somos objeto de imitación por parte de los niños, en nuestras actitudes y actividades. Ellos jugarán con lo que vean de nosotros. Es bueno preguntarse ¿Qué ven cuando nos ven?Pensemos en nuestro modo de expresarnos, vincularnos, mirar, rezar, etc.


La escuela opera como un tercero que viene a separar la unidad del niño con su familia. En este sentido prolonga las figuras de apego y el desarrollo de la confianza básica, la experiencia de ser amados, esperados, bien tratados, cuidados, bendecidos (expresado fundamentalmente en la función materna), a la vez que ayuda al establecimiento de normas y reglas que permiten el desarrollo social y la vida con otros (más propio de la función paterna). Los talentos se comparten en un entorno reglado. Hay cosas que se pueden y cosas que no están permitidas (“de este árbol no comerás” Gn 3,3).


La sexualidad es una preocupación frecuente en esta etapa. Ocasión propicia para una adecuada educación sexual en lo referente a la valoración del cuerpo. Por eso podemos decirles a los niños “Dios te creó varón, o mujer y tanto tu cuerpo como el de tus compañeros son sagrados y merecen cuidado y respeto”. De este modo desarrollaremos conductas protectoras frente al riesgo de los abusos.


6-8 años

Inicia el periodo conocido como “latencia” que se extiende hasta el comienzo de la pubertad. Es una etapa propicia para el aprendizaje escolar.


El establecimiento de las reglas y normas propias de la vida institucional junto a la presencia de adultos referentes con quienes identificarse y de quienes diferenciarse, es fundamental frente a una peligrosa soledad del contexto cultural. Una vez más destacamos el rol de los educadores llamados a encarnar la buena noticia de la creación.


La sexualidad como preocupación queda “latente”, lo que permite que los niños se ocupen del “mundo externo” y lo aprendan.Es posible entonces promover la capacidad de “ver”, de contemplar la obra creadora de Dios y también lo que atenta contra ella y la daña. 


Se produceun desarrollo muy significativo, aunque germinal, de la conciencia moral, comprenden el valor de la verdad y lo que supone la mentira o el robo, por ejemplo. En esto el rol de los adultos significativos (familia-escuela) será determinante frente a la gran influencia de otras presencias mediáticas. 


Los niños nos observan para ver qué hacemos en las diversas situaciones, nos idealizan.Es posible contrastar lo bueno de la creación con lo malo del pecado, del egoísmo, de la mentira. No integran aun la ambivalencia, sino que predomina una lógica binaria: blanco-negro, bueno-malo.



ESTRATEGIAS PEDAGÓGICAS

Tener en cuenta en todo este proceso: lo más inmediato de la casa chica, FAMILIA, como la comunidad más concreta, cercana, y la casa grande, la CASA común, la tierra donde vivimos.


Mostrar la realidad de la creación, suscitar la admiración, la gratitud, la mirada hacia el Creador, hacia los hermanos. 


Rescatar el aspecto de sana dependencia y de responsabilidad adaptada a su edad.


La familia es clave en la transmisión de este foco sapiencial del Itinerario Formativo, por lo tanto, el colegio debe -estratégicamente-, involucrarla e involucrarse con ella intensamente, especialmente en esta etapa.


Trabajar la narrativa de la creación recuperando creativamente la sabiduría de los relatos bíblicos, “Dios vio lo que había hecho y era muy bueno” (Gn 1, 31).  


Contenidos: soy persona, inteligente, libre, espiritual, sexuada, social, original, con sentimientos y emociones.


Valores: orden, obediencia, sinceridad, paciencia, capacidad de espera, responsabilidad, generosidad, tolerancia, dignidad humana, valor de la vida, fraternidad, respeto y pudor.


Lectura de cuentos, trabajo con fichas, listado de hábitos, dramatizaciones. El orden y la importancia de cada cosa en su lugar y en su tiempo. Trabajar la autonomía, dominio y autorregulación, respeto de las reglas. Actitudes de buen compañero. 


Reconocer a las personas que nos rodean, conocimiento del entorno. La familia. Diferentes tipos de familia. La familia como el lugar donde se recibe amor incondicional. El trabajo y la familia. Compartir tiempos en familia, espacios de la casa, actividades para realizar en casa. Servicio.  Las mascotas.


Experiencia del juego. Vivir con los demás, derecho de jugar. Buenas acciones que podemos realizar. 


Estrategias de prevención de abuso, por ejemplo, NIC (No, Irte, Contar). 


Habilidades frente a las pantallas. El contenido de las pantallas (reconocimiento de valores y antivalores que proponen los medios de comunicación).


Bajar

2° Etapa: Ser con y para los demás

ser con y para los demás

finalidad de la persona

2ª etapa (segundo ciclo de Primaria)


Jesús nos enseña su mirada y su actuar compasivo como Buen Samaritano. Nos comparte que somos creados para ser solidarios y nos invita a construir comunidad desde relaciones de fraternidad para “en todo amar y servir”. En esta etapa vital se sientan las bases del “aprendizaje compromiso” con una pedagogía del cuidado, del salir de sí y de la fraternidad solidaria junto a docentes y familias.


 


PALABRAS CLAVES: 

Jesús Buen Samaritano / amar – servir / fraternidad – comunidad /aprendizaje compromiso / conciencia moral y espiritual religiosa / ser solidario / ser “con y para los demás”



ÍCONO BÍBLICO                                Lc 10, 25 – 37      

El Buen Samaritano -resumen del modo de proceder de Jesús-, encarna con su acción la finalidad para la cual somos creados: ser con y para los demás. Sus acciones traslucen un corazón lleno de sensibilidad para reconocer a los demás, especialmente en su necesidad, y para ponerse en el lugar del otro. También, con el deseo de servir, no tiene en cuenta el prejuicio y miedo para acercarse. Es competente porque usa de medios pertinentes (lo que tiene): el aceite que mitiga el dolor y el vino que desinfecta la herida, aunque duela. Por el bien del necesitado es capaz de renunciar (kénosis) a su propia comodidad y de ofrecer algo tan preciado como es su persona, el tiempo y los propios recursos. Cuidar (acción propia de Dios) denota esperanza, que vale la pena “no quebrar la caña cascada” (Is 42,3), sino apostar y confiar que se puede hacer algo. Y nos enseña a trabajar con otros, a pedir ayuda a otros, como al posadero.

Pero también, como un claroscuro, en la parábola aparece la imagen de los salteadores (mirada utilitarista que ve a los demás para un beneficio personal), y la imagen de los sacerdotes y levitas, (cultura autorreferencial, indiferente y negadora de la necesidad, individualista, ególatra).


NÚCLEO CONCEPTUAL:

Finalidad y fundamento de la etapa: el buen samaritano


Jesús, como en todas las demás etapas del Itinerario, es el centro, quien ilumina cada momento. Se trata de conocer y gustar internamente la mirada compasiva de Jesús, como Buen Samaritano que nos enseña a ser compasivos y “posaderos”. Nos desafía como comunidad para que haya menos indiferentes y apaleadores del camino y más discípulos misioneros desde una compasión activa y discernida.    

Recordamos que hemos sido creados para “amar a Dios en todas las cosas y a todas en Él” y que todas las cosas fueron creadas para el hombre, para que lo ayuden a alcanzar su fin: “alabar, hacer reverencia y servir a Dios Nuestro Señor” (San Ignacio).  De ahí que sea esencial discernir el uso que hagamos de ellas. Ayudando a que sean lo que están llamadas a ser, siendo colaboradores de la acción de Dios en el mundo. La finalidad del hombre por tanto es la vocación de amar, de entregarse gratuitamente, haciendo el bien a los demás. En clave de Buen Samaritano, es ser conscientes del otro y poner la compasión en acción “con y para los demás”.

El amor que nos crea y hacia el que somos llamados, nos invita a salir de nosotros mismos, a reconocer el amor de Dios por todo lo creado, a disponernos y ofrecernos a los demás. Encontramos nuestro “para” caminando en comunidad, siendo solidarios unos con otros asumiendo el “servicio compasivo” del buen samaritano, frente a la indiferencia y el egoísmo, propio de los ladrones y de los que siguieron de largo.

La fraternidad implica reconocer y valorar la dignidad de toda persona por ser creada frente a una sociedad que fomenta frecuentemente el individualismo, la desigualdad y la autodestrucción. El don de la plena reciprocidad, la plenitud del recibir y del darse es el sentido final del ser del hombre. Aquí se conjugan el “alabar”, “hacer reverencia” y “servir” al que nos invita Ignacio en el Principio y Fundamento. Cuando el hombre logra integrar las tres dimensiones del Amor (a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo), logra vivir su sentido vital en armonía con el deseo del Padre. 

Mirando el contexto es necesario ir afinando la conciencia del ser en relación, de la interdependencia con cada ser humano, en medio de una cultura individualista que exalta los medios, propone su disfrute excluyente y frecuentemente olvida el fin.  Muchos de nuestros chicos acceden al uso de estos medios que ofrecen una satisfacción fugaz, y que la mayoría de la Humanidad mira desde lejos, sin posibilidad de acceso. En este afinar la conciencia, es deseable enseñar a superar el “me gusta”- “no me gusta” de la emoción efímera, invitando a una mayor profundidad para tomar decisiones.  

Esta segunda etapa nos pone en “mi verdad ontológica” de ser creado para vivir en relación, con el fin de alcanzar la plenitud de mi ser.  Significa crecer en la conciencia de ser creados y enviados -como sueño del amor desbordante de Dios- a este mundo, recibiendo el regalo de vivir con los demás, y con la responsabilidad  de ser una bendición para los demás.

Implica la educación de la conciencia moral.  En esta etapa podrán comenzar a distinguir, ya no  solo por la palabra del adulto, sino también por su propia experiencia, aquello que es malo, bueno y mejor. Y junto a la conciencia moral es clave acompañar el crecimiento de la conciencia espiritual religiosa del Jesús Buen samaritano. Implica el aprendizaje del discernimiento de afectos desordenados con los que hay que luchar al hacernos indiferentes y descuidados con los demás. Será clave el acompañamiento cercano que ayude a valorar lo importante y rechazar aquello que deshumaniza.

En este mojón con el que culmina el nivel Primario está sembrado y da sus primeros frutos el germen del Proyecto vital de ser amigo de Cristo ‘con los demás y para los demás’ que ganará en profundidad, comprensión y decisión durante la secundaria.  A esta etapa corresponde el aprendizaje pastoral del COMPROMISO que señala y desarrolla el sentido de la finalidad del hombre: ser solidario.  


ETAPA MADURATIVA

9-12 años

El egocentrismo de la primera infancia queda superado por la capacidad de empatía y de ponerse en el lugar de los demás, pudiendo pensar y sentir como los otros. Esto abre grandes posibilidades educativas.

Van comprendiendo el funcionamiento de las relaciones interpersonales y de la organización de la vida social. Pueden distinguir entre lo íntimo y lo público.

Son capaces de construir representaciones mentales de sí mismos y del entorno, las cuales estarán influenciadas por las experiencias y aprendizajes.

El vínculo con compañeros cobra especial relevancia en el desarrollo de la propia personalidad y estima. Será un tiempo oportuno para establecer valores fundamentales en el modo de relacionarse con los demás tanto en lo presencial como en lo virtual (terreno fecundo para aprender lo que implica “ser con y para los demás”).

El desarrollo lingüístico de esta etapa permite acceder a narrativas y relatos que a su vez “traccionan” el desarrollo cognitivo.

En el desarrollo moral se inicia esta etapa con un marcado predominio de la heteronomía (los valores transmitidos por padres y docentes) y luego va ganando mayor relevancia la socionomía (mayor dependencia de la valoración o aprobación del grupo de pares).


Al final de la etapa aparecerán los primeros indicios de la pubertad, los primeros cambios corporales. El periodo anterior a la adolescencia (pre-pubertad) supone un fuerte trabajo psíquico asociado a la irrupción del despertar sexual. Con la finalización del periodo de latencia se producen ciertas identificaciones de género que se continúan desarrollando en la pubertad y en la adolescencia con la consolidación de la orientación sexual.


Lospre-púberes comienzan a distanciarse de las figuras adultas con las cuales se identificaban, construyendo un modo de hablar y de actuar diferenciado. Van buscando una “voz propia” y un espacio al que los adultos no accedan (por ejemplo, mediante el uso de las redes sociales).


ESTRATEGIAS 

Estrategias generales

Considerar en todo este proceso y en las estrategias, el ámbito comunitario concreto inmediato de la casa chica, FAMILIA y el horizonte global de la Humanidad con su diversidad, el barrio, ciudad, país, región, mundo: la “CASA GRANDE”. 

Ayudar a promover una sensibilidad ligada a la dimensión socio-afectiva del ver-compadecerse-acercarse, y la sensibilidad para vivir esas competencias en el Aprendizaje en Servicio y experiencias significativas (la acción con y para los demás).

Profundizar la mirada en el ámbito más concreto de la familia y la comunidad del curso ejercitando la empatía, valorando a cada miembro de la familia y a cada compañero, con el telón de fondo de la cultura del encuentro. Ampliar horizontes para ver (con compasión y cercanía) otras realidades, tanto en el ámbito del estudio como en la vivencia del Aprendizaje en Servicio. Hacer el ejercicio de ‘ponerse en el lugar’, a veces con experiencias concretas y a veces con ejercicios de imaginación, acompañando ‘ese salir de sí’ que puede incomodar, pero hace crecer. 

Proponer espacios que faciliten vínculos saludables entre la comunidad chica y las personas que viven realidades diferentes. Recibir, valorar, integrar son acciones transversales a instaurar en lo cotidiano y en cada experiencia significativa.

Proponer y orientar a hacer algo por el otro. En la parábola del Buen Samaritano se señala, entre otras, la acción de cuidar. El cuidado expresa densidad de valores y sentimientos como la valoración (se cuida lo valioso), la esperanza (se cuida lo que se espera conservar), la constancia (el cuidado se sostiene en el tiempo), la entrega y sacrificio (el cuidado implica dejar cosas para estar al servicio del otro).

Generar espacios para reflexionar el fin del hombre de ser con y para los demás, interviniendo en la currícula desde la dimensión cognitiva: 

- Señalando el modo que nuestro pueblo tiene de vivir la relación con Dios en la religiosidad popular que siempre desborda en solidaridad; ese modo de creer que tiene nuestra gente sencilla. El modo de relacionarse con Dios, sobre todo afectivo, situándose desde la pobreza y necesidad absoluta de ser criaturas profundamente amadas, cuidadas por Dios. Es bueno tomarlo expresamente en catequesis, historia, literatura, etc.

- Proponiendo narraciones de solidaridad a través del arte, especialmente la literatura (sosteniendo el criterio del propósito formativo según la edad en la selección de obras que proponemos). También desde la Historia llena de hechos solidarios que ayudaron a superar situaciones críticas, haciendo germinar las semillas de amor que Dios pone en cada corazón, construyendo ‘amor social’. Lo mismo en el estudio de la geografía, economía, etc., mostrando especialmente la alta vocación política, el amor político que lleva al sacrificio personal en aras del bien común. 

- Teniendo en cuenta la dimensión lúdica y deportiva, rescatando la dimensión simbólica de aquellos juegos posibilitadores de colaboración, acercamiento, solidaridad, conocimiento de la propia fragilidad y de la de los otros, aceptación de reglas de juego, y rechazando aquellos que son deshumanizantes porque promueven el egoísmo, la competitividad, etc.

- El programa de afectividad sintoniza con este foco sapiencial del fin del hombre: la educación sexual cobra su verdadero sentido desde este horizonte de la vocación al amor, el modo de relacionarnos con los demás por el amor, ofreciéndonos para vivir en relación.

- El trabajo colaborativo es más que una herramienta pedagógica, pues se trata de un modo de estar en el mundo respondiendo a lo más profundo de nuestro ser: vivir en relación fraternal, completamente interrelacionados, dependientes unos de otros, necesitados unos de otros, responsables unos de otros, perteneciendo unos a otros. Todo esto sin exclusiones. La flexibilidad propia de esta etapa y la disposición a aprender es la oportunidad de instalar los hábitos fundamentales del trabajo colaborativo. 

Sin duda alguna, el mayor fruto del trabajo colaborativo es la consolidación de una porción de comunidad humana que gana en calidad y hondura en sus relaciones. Teológicamente es presencia del Espíritu Santo actuante en el mundo. Las relaciones saludables, amables, que optan por la comunidad, son fruto de ese Espíritu, pues “nada hay en el hombre que Tú no lo alientes” (Secuencia de Pentecostés).

La cultura institucional debe tener al diálogo como el elemento natural que contribuye a construir vínculos saludables. Implica la escucha atenta asumiendo las dificultades y conflictos para resolverlos en clima de unidad y fraternidad.

Se espera del docente que sea un muy buen mediador del aprendizaje en la cultura del Encuentro. Capaz de promover, ayudando a discernir, los liderazgos positivos que construyen comunidad.

Docentes dispuestos en acompañar y cuidar fragilidades, fomentando el crecimiento y fortalecimiento desde la libertad de cada uno, reconociendo que en la fragilidad habita Dios (cfr. Mt 25). Docentes que crean una cultura de la ternura, especialmente con el frágil, y por lo tanto enseñan a vivir este valor evangélico. También, que muestran con pertinencia y ubicuidad, en la dosis justa para acompañar los procesos de cada grupo de acuerdo a tiempos, personas y lugares, las fragilidades de nuestro contexto más amplio, en el cual estamos inmersos y absolutamente vinculados.

Docentes que saben y gustan trabajar colaborativamente con sus pares y hacen trabajar colaborativamente a sus alumnos, generando así un potente testimonio de una cultura fraterna.

Docentes que saben mediar en procesos de reconciliación, haciendo gustar el valor y el sentido del perdón, superando la tentación de la ira y la violencia “que enferma el alma personal y el alma de nuestro pueblo” (FT 242). Docentes que educan para la paz.

La inclusión de las FAMILIAS en el proceso formativo también es clave en esta etapa. Sigue siendo el espacio en el que se pone en juego la fe o la no creencia de las nuevas generaciones. En ella, podemos aprender un modelo educativo fortaleciendo el valor del espíritu de familia como clima propicio para el desarrollo de la persona. Constatamos que las familias son parte de nuestra sociedad actual signada por la incertidumbre, el relativismo, el consumismo, etc., además de vivir nuevas formas de conformación familiar que rompen los modelos que estamos acostumbrados como ‘normales’.  A veces con heridas profundas por el deterioro económico, la falta de trabajo y la violencia intrafamiliar. Cada vez se dan más situaciones de nueva estructuración y también de desestructuración familiar. Más allá de eso debemos dejarnos afectar por las familias que existen, tal y como son, sabiendo que la familia cristiana es la que cree en Jesús.

Por eso, también consideramos importante en nuestra tarea educativa, una especie de “alfabetización parental”, que ayude a percibir y recuperar los valores evangélicos que nos humanizan y a fomentar acuerdos entre las mismas familias para que, a modo de pacto comunitario, todos podamos coincidir en vivir de acuerdo a esos valores, hábitos y virtudes, acercando criterios de discernimiento y superación de los conflictos frente a miradas distintas.  Estos acuerdos debieran incluir el modo de diversión, de uso de las tecnologías, de principios de educación sexual, etc. También ayudar a las familias a realizar su “memoria del bien” para recuperar valores y virtudes propias expresadas en momentos difíciles, reconociendo las semillas de la fe en sus historias de vida.

Formación con las familias proponiendo métodos participativos que incluyan la imaginación, la contemplación, la reflexión, para que lleve a la acción de la vida cotidiana.  

Estrategias específicas

Sugerencias de núcleos de contenidos que pueden trabajarse desde el itinerario:

La identidad como reconocimiento de la pertenencia a un grupo y a una historia.

El actuar de la persona: la libertad y los condicionamientos. Libertad y conocimiento: la conciencia moral. Equidad y solidaridad en el juicio ético. 

Los líderes, juego Individual y juego colectivo: la función de la norma. Asertividad. Conflictos en el aula. Acoso escolar. Bullying. Discriminación.

Las sociedades humanas y la organización de la sociedad. La acción humana: motivación, medios y fines. 

Costumbres, creencias, valores y tradiciones de la propia comunidad y de otras para favorecer el respeto hacia modos de vida de culturas diferentes. Diversidad social y cultural. Conflicto y.

La búsqueda del bien común en la vida social, fomentando la dignidad de la persona humana y de la comunidad a la que pertenece, buscando descubrir a Dios, presente y activo en la creación y en la historia. Exclusión. Desigualdad.  Injusticia social.

Contaminación ambiental. Generar interés por la investigación y la búsqueda de soluciones a los problemas ambientales. Valoración de la necesidad de preservar el medio ambiente como obra creadora de Dios, generando conductas responsables. 

Medios y tecnologías. Modelos de publicidad. Uso de internet. 

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3° Etapa: Jesús modelo

Jesús modelo

3ª etapa (Primer ciclo de Secundaria)


Jesús ilumina todas las etapas del Itinerario Formativo, pero en esta etapa se propone focalizar la mirada en Jesús como modelo identificatorio. Los estudiantes están transitando el inicio de la adolescencia con una fuerte carga emocional y una necesidad imperiosa de encontrar modelos para configurarse, modelos alternativos a su mundo adulto con quienes sufren una ruptura. Jesús es modelo de humanidad y el Itinerario propone los aspectos con los que los adolescentes son más sensibles: la misión en la vida, el Reino, la sensibilidad por los pobres y frágiles, la fraternidad, la justicia, la amistad.

 


ÍCONOS BÍBLICOS                        Mt 5, 1 – 12 / Mt 25, 31 – 46

Jesús es modelo de quien pone su atención en los demás (v 1). La propuesta contraria es la de encerrarse en sí mismo y no tomar en cuenta a los otros. Pero también, su corazón siempre sube al Padre (como a la montaña, donde va seguido a rezar). Esa relación con el Padre, de quien recibe su misión, desafiante, es crucial para motivar a construir la personalidad desde la perspectiva de la misión personal a la que Dios llama a cada uno para llevar adelante en este mundo.

“Se sentó” nos indica que permanece, que no está apurado en sus cosas, sino que está disponible para los demás, que se queda, que las personas son más importantes que las cosas, que el tiempo y que uno mismo. Y permite que se le acerquen. Es la dimensión de sociabilidad en clave de amistad (relación perfecta), en la que Jesús accede a que podamos establecer vínculo con Él (amistad a la cual somos llamados por Él).

Las Bienaventuranzas nos dan algunas características de este modo de proceder de Jesús: desapegado y austero, constructor de paz, sensible frente a las injusticias y la incoherencia, comprometido (afligido y solidario con los afligidos, hasta la persecución) limpio de corazón sin miradas interesadas, misericordioso, acogedor.

En Mt 25, 31 – 46, Jesús es modelo de ponerse de parte de los que sufren, pobres, marginados, a tal punto que se configura con ellos, diciéndonos literalmente que él está allí, que cuando nos vinculamos con una persona pobre (todos somos pobres), nos vinculamos con el mismo Cristo; Él lo pone a su cuenta. 



NÚCLEO CONCEPTUAL

La experiencia de Jesús, centro de la propuesta educativa

La tercera etapa del Itinerario Formativo es el centro de todo trayecto porque focaliza la mirada en Jesús como modelo de ser humano, aunque Jesús está presente iluminando todas las etapas. Pero en esta etapa en que los estudiantes buscan angustiosamente encontrar su identidad, proponemos hacer foco en algunos rasgos de la Persona de Jesús que sintonice con los deseos más profundos de su edad y los ayude a configurar su identidad desde este modelo.

En efecto, Jesús es el modelo en las cuatro etapas: somos creados a Imagen de Dios en Cristo (etapa 1), Él es el Dios que se abajó y tomó la condición de esclavo, se puso a servirnos “hasta el extremo” (etapa 2).  Su alimento es hacer la voluntad del Padre, esta misión es la que configura su proyecto de Vida y su Pascua (etapa 4).  Vemos entonces a Jesús como la medida de lo humano y en Quien este Itinerario encuentra su origen y su finalidad. Como dice el Papa Francisco en Christus Vivit “Jesús es joven entre los jóvenes para ser ejemplo de los jóvenes y consagrarlos al Señor. Porque la juventud es una etapa original y estimulante de la vida que el propio Jesús vivió, santificándola” (22). 

Focalizamos en los siguientes rasgos del Señor: modelo de Hijo que asume la misión del Padre por encima de los mandatos familiares (cfr. Lc 2, 41-52), como hermano que nos convoca como amigos, como servidor que trabaja para la construcción del Reino de Dios y que “por Amor se entregó hasta el final para salvarnos” (CV 118). El sentido de amistad es fuerte en esta etapa, y puede ayudar mostrar esta amistad a la que Jesús invita.

En todo nos convoca a una nueva fraternidad desde la cultura del encuentro, valorando cada persona, asumiendo lo diverso, ampliando la mirada, con el poder de transformar la realidad (parábola de la semilla y la levadura, los milagros), desde el testimonio y la coherencia entre fe y vida. Nos invita a elegir y a elegirlo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn,14,6).

Podemos correr el riesgo de estudiar a Jesús, y quedarnos sólo con eso. Sin embargo, a Cristo se lo encuentra, se lo sigue y se convive con él. No es una doctrina, es una persona. El conocimiento de Jesús es un don que hay que pedir, personal, comunitaria e institucionalmente. Se trata de hacer espacios para la experiencia de Dios a través del vínculo con Jesús. Los EE apuntan a esto y son nuestro tesoro como un camino efectivo para hacer experiencia. Allí la Gracia será una respuesta a la petición “conocer – amar – seguir”.

Esto nos lleva a contemplar a Cristo en relación con la comunidad, con la cultura, con nuestra vida cotidiana. Estamos desafiados a hacer el ejercicio de “composición de lugar” que es el escenario en el que actúa el Señor. Conocer a Cristo que hoy también se encarna en lo que vivimos. “Él vive. Hay que volver a recordarlo con frecuencia porque corremos el riesgo de tomar a Jesucristo como un buen ejemplo del pasado, como un recuerdo… El que nos transforma, nos sana y nos consuela es alguien que vive. Es Cristo resucitado…” (CV 124). De aquí la síntesis fe-cultura, es decir que, en el aula, en lo más riguroso del trabajo intelectual, presentamos también a Cristo como clave de sentido último de la realidad.

Ese conocimiento no es estrepitoso, se da de a poco, en lo cotidiano. Los niños que besan una imagen, cantan una oración, gustan de un relato del Evangelio están conociendo al Señor, de una manera limpia, pura y completa. Pero también, en la medida que el docente conecta en sus intervenciones la relación que tiene Dios con esa porción de la realidad que presenta para el aprendizaje, está propiciando el conocimiento de Jesús.

La adhesión a Cristo es un proceso y en esta etapa madurativa ayuda el mirar y descubrir lo que está en sus corazones, desde sus experiencias vitales y familiares.

En este camino procuraremos ir fortaleciendo ese sentimiento y esa decisión de amor a Jesús, más allá de esas emociones efímeras que desaparecen, para superar un espiritualismo superficial.  Jesús es más que un modelo vivo, es una presencia insondable, inspiradora, efectiva. Es la Gracia operante. “Cristo es para nosotros la gran luz de esperanza y de guía en nuestra noche porque él es ‘la estrella radiante de la mañana’” (Ap22, 16) (CV 33).


ETAPA MADURATIVA

12-15 años

Desde los 12 años, con el inicio de la pubertad y la escuela secundaria, encontramos aun aspectos característicos de la infancia, y cualidades más propias de la adolescencia y la adultez. Es común advertir diferencias significativas en la maduración psíquica y física de nuestros estudiantes. Como Jesús, los chicos y las chicas van creciendo en estatura, sabiduría y gracia (Lc 2, 52).


Hay todavía una marcada preocupación por el presente, aún no se proyectan. Permanecen con un pensamiento polarizado (bueno/malo).En este sentido resulta oportuno trabajar la lógica de “dos banderas” para ir contrastando la bandera del bien (Jesús y su modo) con la bandera del mal.


En la búsqueda de su propia identidadse distancian de los padres y otros adultos significativos y los suelen confrontar.Cobran especial fuerza los vínculos de amistad en los cuales se apuntalan para crecer.


No es recomendable la puesta de límites por medio de la confrontación sino más bien desde la interlocución posicionada y firme, pues la confrontación reforzará las conductas de transgresión.


Si hemos dicho que procuraremos la experiencia de Jesús, es bueno promover que la misma se dé en el marco del grupo de amigos con quienes se encuentran, se divierten, rezan, se conocen, ayudan a los demás, se enamoran, se pelean…

El mito de Narciso es quizá uno de los que más puede pensarse para la adolescencia; pasan horas mirándose al espejo. Mucho interés por la ropa, las marcas que “marcan”, dan prestigio y status. Para los adolescentes verse y ser vistos es muy importante. El cambio del cuerpo explica en parte esta fascinación, por eso son más comunes los trastornos de alimentación u otros trastornos asociados al cuerpo.

En este escenario la mirada de Jesús, la experiencia de oración en la que Jesús mira, conoce, ama, respeta, comprende… será una gracia a cultivar y facilitar (Oración y Pausa Ignaciana con experiencias más fuertes de retiro).

En el horizonte de nuestros proyectos educativos tendremos el desafío de caminar desde "Narciso" a "Eros y Ágape": el amor al modo de Jesús.

Hay en esta etapa una marcada inclinación hacia el consumo a partir de la búsqueda de vivencias de intensidad. A los adultos que acompañamos nos toca siempre la pregunta ¿qué están buscando al consumir? ¿qué experiencias alternativas al consumo estamos ofreciendo?

En esta etapa solemos encontrarnos con situaciones de maltrato entre compañeros y paradójicamente cierta sensibilidad ante las injusticias y el sufrimiento de los débiles o discriminados. Una vez más, Jesús y su modo de vincularse con los marginados y sufrientes, es una Buena Noticia para que los adolescentes conozcan y reflexionen.

El uso de las nuevas tecnologías queda definitivamente instalado, redefiniéndose la frontera entre lo público y lo privado. Los vínculos en general (amistad, sexualidad) quedan atravesados por el cyber espacio con las posibilidades y los riesgos que la virtualidad plantea.

Las “leyes” de convivencia social podrían no impactar en el ámbito virtual, generando serias problemáticas. Esto debiera trabajarse antes, en la primaria, pero conviene ser retomado aquí. ¿Qué haría Cristo en mi lugar en relación al uso de la tecnología?

En un contexto en el que el excesivo uso de las pantallas podría debilitar el espacio para la palabra, la espera y las angustias propias de los vínculos y los tiempos humanos, es recomendable habilitar y facilitarespacios sistemáticos para la palabra y para La Palabra, esto es: silencio, escucha y diálogo (con uno mismo, con los demás y con Dios). Es un modo de prevenir la plaga de la ansiedad.


ESTRATEGIAS


La oración ignaciana es un camino privilegiado para el encuentro cotidiano con Jesús. 

En esta etapa de adolescencia, se propone contemplar a Jesús en la resolución de su conflicto con sus padres para asumir la misión del Padre (Lc 2, 41ss), en su opción por los pobres y la conformación de una comunidad de amigos. Jesús y las mujeres, Jesús y los excluidos, los discriminados. Jesús y los Fariseos. Jesús y las minorías. Jesús y los migrantes. Jesús y los pecadores. La construcción del Reino para transformar la realidad.

Trabajar a Jesús en su rostro humano, Jesús Hombre, sanamente desafiante para los modelos culturales de su época. Modelo de desafío saludable a lo instituido para lograr un instituyente mejor.  Presentar a Jesús como modelo de “desafío saludable” a la autoridad para proponer un modelo identificatorio cercano al adolescente y sus cuestiones vitales. Tendencias actuales juveniles en relación con el comportamiento urbano (tribus, “movida” nocturna...).

Otro camino privilegiado es el espacio de Examen ignaciano, en cuyo Manual se propone confrontar expresamente las propias vivencias con las actitudes y propuesta de Jesús. El discernimiento en base a modelos identificatorios saludables que permiten desplegar la crítica adolescente sin excesos o desórdenes que afecten la salud. 

La meditación de “Dos Banderas” resulta un desafío complejo para los adolescentes. Sin embargo, ayuda mucho la contraposición de blanco-negro, no para instalarse en esa polaridad sino como una metodología para ver claro. 

En esta etapa es importante trabajar el vínculo con las sustancias y la nocturnidad a partir de este modelo identificatorio.

Además de la Oración Ignaciana y el Examen, conviene en catequesis, tutorías y EE, aprovechar todos los encuentros de Jesús con los jóvenes que están en el Evangelio (cfr. Cristus Vivit). Volver una y otra vez a la Palabra como mediación excelente. También incorporar a María y a jóvenes santos en este modo Jesús.

Propiciar espacios para la reflexión (clase ignaciana) entre la verdad cristiana y la científica y que afirme la compatibilidad entre ambas posturas vitales, admitiendo la necesidad de diálogo por ambas partes —fe-ciencia, fe-cultura— para llegar a una postura integradora. Del mismo modo abordar propuestas con incidencia medioambiental que afectan o afectarán al equilibrio ecológico y diversas intervenciones en relación con la reproducción humana y defensa de la vida en todas sus etapas. 

En los espacios de Estudios Sociales, Lenguaje, Literatura, Arte, se puede abordar el tema de la comunicación y el diálogo (siguiendo el ejemplo de Jesús) como expresiones de la interioridad humana y como posibilidades de cooperación y desarrollo. Es la educación para la paz. Proponer el ejercicio de considerar cómo las personas de diversos contextos culturales perciben y reaccionan de manera diferente a los problemas, y cómo estos impactan en el contexto. Trabajar también la exposición en las redes sociales.

Trabajar las imágenes de Dios que tienen los alumnos y en los diversos grupos. Cada uno tiene naturalmente una imagen de Dios (incluso quien se posiciona desde el agnosticismo o desde el ateísmo). Profundizar y compartir la propia religión y culturas de los estudiantes, reconociendo similitudes y diferencias (historia, geografía, educación religiosa). Semana Interreligiosa / Multicultural.

Son experiencias fecundas los intercambios en línea con estudiantes de otros colegios jesuitas. 


Para el acompañamiento

Los alumnos de los últimos años y ex alumnos recientemente egresados son agentes privilegiados para la transmisión de Jesús como modelo pues suelen encontrar los mejores medios para llegar a los adolescentes.

Los adultos se transforman en esta etapa en hombres y mujeres puestos en cuestión por una generación que es distinta. Así todo, establecerse como interlocutores genuinos que escuchan y tienen una palabra que decir, es de gran valor para el desarrollo de los adolescentes. 

Será necesaria una mirada de fe profunda en quienes acompañan, para creer que la Gracia actúa y que esa Gracia sabe encontrar caminos nuevos para que los adolescentes conozcan a Jesús y lo sigan desde sus propias identidades y subjetividades.  

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4° Etapa: Proyecto vital

Proyecto vital

4ª etapa (Segundo ciclo de Secundaria)


Profundización y síntesis de las etapas anteriores. “Vos me lo diste, a Vos, Señor, lo torno”. La comprensión de la propia vida como respuesta al don y a la gracia, con la decisión de vivirla en relación con Dios y con los demás.

Se busca provocar las preguntas existenciales fundamentales a la vez que facilitar los espacios y tiempos para poder ensayar respuestas.

La decisión mediada por el discernimiento espiritual también se planifica, se enseña y se evalúa. El acompañamiento personal es un recurso a cultivar.

Los aprendizajes pastorales alcanzan en esta etapa su máxima comprensión y logro (aproximación al perfil del egresado). Son el fundamento del proyecto vital.

 


PALABRAS CLAVE

Amistad con Jesús / Discernimiento / Compromiso / estado de vida / trabajo / profesión / pregunta / decisión / opciones / renuncia / fecundidad


ÍCONOS BÍBLICOS                                  Gn 12, 1 – 5 / Lc 5, 1 – 11 

Estos pasajes nos presentan la vida en clave de camino, para avanzar “hacia donde Dios irá mostrando”. Es aventurarse a “ir mar adentro”, pero con el Señor dentro de la barca, en la vida, con la bendición de Dios. Es ponerse en movimiento confiando en Dios que está, acompaña, guía y da la fecundidad. 

Lo sólido es la presencia de Dios. Mediante el discernimiento se irá distinguiendo la voz de Dios, separándola de otras voces que querrán encantar para desviar del camino, de la misión.

Hay una dimensión de despojo, de renuncia y sacrificio, de dejar la firmeza de la tierra conocida, el cobijo familiar, y animarse a dar fruto por sí mismo con la bendición de Dios, respondiendo a su llamado, tomando las micro y las macro decisiones que irán consolidando el rumbo.

La gran promesa de un Proyecto vital es que aquel que responde al llamado de Dios y a su guía, se convertirá en una bendición para los demás y gozará de la superabundancia que supera toda expectativa humana como en la pesca milagrosa. 

El poner la vida en clave de “ser para los demás” es una estrella que indica el camino cierto. Ser una bendición para los demás es la salvación, la plenitud de vida, de fecundidad. Pasar haciendo el bien. El transformarse en “pescador de hombres”, “ser una bendición”, pone la fuerza no en su modo de actividad concreta de vida (pescador), sino en que los destinatarios de su acción son las personas. En el “ser con y para los demás”.



NÚCLEO CONCEPTUAL

La orientación fundamental del Proyecto vital: la relación con Dios y el servicio al prójimo

Dios, por boca de Isaías, nos revela que “si ustedes no creen, no subsistirán” (Is 7,9). En su original hebreo, el verbo que aquí se traduce por “creer”, tiene más bien el significado de apoyarse en Dios. Si en nuestro proyecto vital no nos apoyamos en Dios, no podemos tener futuro. Jesús afirmó “Yo soy la Vida” (Jn 11,25); sin Él no podemos dar fruto (Jn 15,4); Jesús es la Roca firme. Por lo tanto, para que el Proyecto vital tenga  plenitud de sentido, necesita  como pilar básico esta relación con el Señor y la disponibilidad a dejarse conducir por Él.  La Providencia de Dios es lo sólido que nos va llevando a donde más podemos fructificar. Por lo tanto, la disponibilidad a escuchar su voz es el camino.  El Espíritu de Jesús -Espíritu vivificante- es el que inspira el Proyecto de vida.

Al finalizar la etapa escolar secundaria, el proyecto vital no consiste en la planificación rígida y predeterminada de todas las acciones a futuro de la vida, aunque desde ya puede incluir proyectos concretos a corto, mediano y largo plazo. Se trata de un camino de opciones fundamentales que desde una mirada integral van llevando a la decisión de una relación con Dios en disponibilidad amorosa y a la entrega a los demás en el servicio. El discernimiento es la herramienta fundamental para ir dando los pasos que configuran el proyecto vital, haciéndose las preguntas existenciales profundas.  Algunos pasos serán parte de decisiones existenciales que comprometen más radicalmente el futuro al ser trascendentes (como la concreción de un estado de vida; matrimonial, vida religiosa y otro tipo de vida consagrada). Otros serán tentativos y cambiantes como una profesión, un trabajo, un proyecto. En este marco hay orientaciones existenciales que no son negociables: la aceptación de la vida que es vocación al amor, amor que se concreta en la amistad con el Señor y el servicio al prójimo. 

Se trata de  hacer una opción por poner toda la existencia en clave de encuentro, retomando lo asimilado a lo largo de todo el proceso formativo: encuentro con Dios por tener conciencia agradecida de ser creado -al mismo tiempo pobre y rico de talentos para compartir-, conciencia agradecida de ser llamado a vivir para Dios al servicio con y para los demás, iluminado por el estilo de vida de Jesús. Este Proyecto vital es la respuesta personal, agradecida, al llamado personal de Dios: a vivir con Él al servicio de los hermanos, a vivir en comunidad y para la comunidad ya que “la existencia de cada uno está ligada a la de los demás: la vida no es tiempo que pasa, sino tiempo de encuentro” (FT 66).

Especialmente en esta etapa los aprendizajes pastorales cobran una especial significación: el conocimiento del Señor que nos hace vivir en su amistad y seguimiento. El compromiso con el prójimo que nos lleva a orientar toda nuestra vida poniendo los talentos al servicio. Y el discernimiento como modo de proceder para ir configurando nuestra respuesta a la vocación de vivir el amor en profundidad. La práctica del examen adquirido como hábito para aprehender el aprendizaje discernimiento, es ya el humus del proyecto vital, porque es el espacio para participar del diálogo que Dios tiene con la realidad y ponerse en disponibilidad de tomar decisiones libres que colaboren con la obra creadora y redentora de Dios.

Es una meta compartida que, al finalizar el tiempo escolar, cada estudiante tuviera una buena y sostenida experiencia personal de Dios que lo lleve a optar por su compañía, y una considerable convicción de que la vida se la encuentra cuando se la pone al servicio -con una sensibilidad contemplativa para amar lo más frágil-, y el gusto de vivir en comunidad. Estas coordenadas que cumplen con el gran mandamiento del Señor “amar a Dios y al prójimo”, fundan todo Proyecto vital que se irá concretando en lo grande pero también en lo pequeño: decisiones cotidianas, grandes y pequeñas, de las más fáciles y habituales a las más difíciles y profundas iluminadas por esta convicción. Es una etapa para trabajar sobre el conocimiento de sí mismo y en  la apertura a los demás fortaleciendo el compromiso de pasar de “yo” al “nosotros”. En este sentido las tareas de orientación vocacional se redimensionan en una perspectiva existencial vivencial. Como dice Francisco en Christus Vivit: “Para discernir la propia vocación hay que reconocer que esa vocación es el llamado de un amigo: Jesús”

 Una pedagogía de la decisión para el Proyecto vital 

En un contexto donde los deseos y las decisiones están condicionados por una cultura del individualismo y el consumismo junto a crecientes situaciones de exclusión y desigualdad social, es clave una pedagogía de la decisión que ayude progresivamente a ser y a hacerse conscientes, competentes y compasivos para comprometerse. La tarea y el hábito del autoconocimiento desde chicos, junto al enseñar a pensar, a preguntarse, ayuda a liberarse de la “música” consumista, abriéndose a las opciones fundamentales que pone en el centro a la persona y al sentido más genuino y bello de la realidad. Tomar la decisión de no desbarrancar por el canto seductor de las sirenas del consumo, surge de escuchar otra melodía más hermosa (Cfr. el mito de Orfeo), la Buena Noticia de Jesús y su proyecto de Reino, de comunión. Implica una paciente pedagogía de la escucha y del acompañamiento, atendiendo a los más frágiles y a los ritmos personales de decisión.  

En el camino de la decisión, la valoración del trabajo es una mediación pertinente sembrando en la conciencia la convicción de que por el trabajo se participa de la creación de Dios, y de la Historia de Salvación, se comparte su creatividad y forma parte sustancial del proyecto de vida como camino de maduración y realización personal y comunitaria. También que no es bueno vivir sin trabajar o viviendo del trabajo de otros, más aún en este contexto de cambio de época ya que “…es una protección respecto al individualismo y la comodidad egoísta y una manera de dar gloria a Dios por el desarrollo de las propias capacidades” (CV 271).

San Ignacio en los EE nos propone hacer elecciones luego de un camino de purificación y de enamoramiento de Jesús y su proyecto de Reino. Esta propuesta de Jesús consiste en vivir con espíritu de pobreza (en contra de la seducción de las riquezas), en aceptar las humillaciones, límites y frustraciones que nos trae la vida (en contraposición de la vanidad, del culto de la imagen) porque, de asumir la realidad como es, viene la humildad y con ella todos los bienes. Encontramos analogía entre esta elección en los EE con el Proyecto vital para que cada uno tome personalmente una decisión fundamental de vida, en libertad, como fruto de su discernimiento. Es indispensable el camino de purificación progresiva de los criterios mundanos del consumismo egoísta. Para ello, también colabora el compromiso de los testimonios vivientes que son los docentes y las familias. Para sostener el compromiso, para hacerse cargo de las opciones, es necesario fortalecer la voluntad, la capacidad de renunciar y asumir la cuota de sacrificio que se impone. Aprender a afrontar los fracasos, los quiebres en el camino, las equivocaciones, las caídas de todo tipo, a seguir adelante. La contemplación de la Pasión alimenta el espíritu de entrega sacrificada por amor. Allí resalta el “permanecer” a toda costa por amor. Allí se nos revela el verdadero rostro de Dios y del hombre creado a su imagen y semejanza.

La espiritualidad eucarística, que San Ignacio vivió con tanta profundidad, nos marca el estilo de Proyecto vital: la escucha de un Dios que habla y espera respuesta en la disponibilidad a ofrecer la propia vida para ser transformada en Cuerpo, vida ofrecida con el sacrificio de partirse para hacer comunión. El Principio y Fundamento de los EE nos marca la orientación fundamental de todo Proyecto de vida según Dios: quién soy y para qué fui creado. Y la Contemplación para alcanzar amor nos ubica desde la gratitud más profunda para dar una respuesta surgida del amor. 

Dios nos pone en nuestros colegios a tantos hijos suyos (hermanos nuestros) durante tantos años para orientar y acompañar ayudando a que puedan configurar una opción fundamental de vida, un proyecto vital que los lleve a ser plenos y, por lo tanto, a transformar el mundo con su Gracia.


ETAPA MADURATIVA                                

15 a 18 años

Es la etapa que más frecuentemente asociamos con “la adolescencia”.Culmina el desarrollo físico propio de la vida adulta, pero permanece la inestabilidad emocional.


Con el desarrollo de las operaciones formales a nivel cognitivo se enriquece la capacidad de pensar y proyectar ideas a futuro con alcance personal y social.Por tanto, están dadas las condiciones para trabajar sobre el proyecto vital.


Continúanreafirmando su independencia respecto de las figuras adultas más significativas, con la posibilidad de re acercarse y escuchar teniéndolos en cuenta para la toma de decisiones sobre su futuro personal. Es muy recomendable facilitar y promover en la escuela diversos encuentros de reflexión “padres hijos”.

Un horizonte del desarrollo en clave de proyecto vital es la gratitud (“vos me lo diste, a vos, Señor, lo torno”). Esta actitud que se ha trabajado desde el nivel inicial es un signo de estar superando la adolescencia. Se trata de asumir la condición de hijo (nuevamente la primera etapa) pero ya no de niño. La condición de hijo se sostiene, la condición de niño se supera (o no).

A nivel sexual suele haber un trabajo intenso sobre los propios gustos y la propia identidad (qué me gusta, quién soy).  Es una buena ocasión para plantear preguntas profundas sobre cómo vivir la propia sexualidad en la construcción del proyecto vital.


El grupo de pares permanece como un espacio fundamental. Las relaciones amorosas cobran mayor importancia. En ocasiones con experiencias muy intensas de enamoramiento y noviazgos prolongados.


La angustia, propia del desarrollo sexual y lo que implica el encuentro con el otro, halla en ritos sociales como las “previas”, un espacio para evadir el encuentro interpersonal y a la vez poder “obedecer” a los imperativos sociales que mandan un desempeño sexual pronto y “exitoso” del que hay que presumir.


Otros imperativos como “gozar a cualquier precio y evitar toda forma de dolor”, dificultan la posibilidad de integrar el dolor y los límites propios de la vida y, por tanto, no ayudan a la toma de decisiones, a respetar los procesosasumiendo esperas y renuncias. Ante este contexto resalta su importancia una auténtica pedagogía de la decisión que acompañe y oriente. 


En la medida en que los adultos no los “in-vocamos” desde nuestro lugar de adultos para crecer, sino que más bienmiramos la adolescencia como un ideal de vida, se verá seriamente dificultada sus posibilidades para proyectarse. Esto podría agravarse por la incertidumbre propia de nuestro tiempo y del contexto socioeconómico. Factores todos que provocan ansiedad y suelen afectar el estado de ánimo de nuestros adolescentes.

Es recomendable que las propuestas pedagógicas que se promueven desde la pastoral educativa apunten más a las experiencias que a las meras teorías, más al despertar deseos profundos que a sostener ideales abstractos.

Convendrá en el acompañamiento “interpretar” adecuadamente tanto el muy buen rendimiento de algunos (podrían estar sobre adaptándose sin superar la etapa infantil de satisfacer los ideales parentales) como también algunas conductas desafiantes de otros, que si bien pueden generar conflictos son manifestaciones del desarrollo de la propia subjetividad.

El camino del proceso vocacional parte de la mirada (de verse en el ideal imaginario de los padres) para llegar a la voz (el llamado interior). Por eso los espacios de escucha de otros, de uno mismo y de Dios (oración y discernimiento) serán muy importantes.

En este sentido el trabajo de autoconocimiento puede y debe ser favorecido, como un elemento que ayudará al aprendizaje del Discernimiento Espiritual para la toma de decisiones.


ESTRATEGIAS 

En los últimos años de la secundaria generar el proceso de búsqueda más definida con la pregunta por el proyecto vital: “¿cuál es el ideal de vida?”, “¿qué sueña Dios para mí?”  Motivar a “desear y elegir lo que más me conduce al fin para el cual soy creado” (EE).  Provocar el deseo de tomar decisiones sobre el proyecto vital. Ofrecer la pregunta sistemáticamente sobre el meta proyecto que ancla la mirada en el sentido último de la existencia: para qué esto que elijo, para quién, de qué modo, qué consecuencias, cómo afecta a los pobres, etc., retomando las etapas anteriores.

Acompañar la orientación vocacional y la elección de una carrera en miras a construir un proyecto de vida en amistad con Jesús y “para y con los demás”. El proyecto de vida como ordenador de la rutina y los hábitos saludables. La vocación profesional. El trabajo. El noviazgo. El proyecto familiar. La consagración religiosa. Otros caminos.

El acompañamiento cercano y orientador de los adultos tiene que tener el cuidado de no maltratar los límites, ni por sobreprotección ni por exigir más de lo que se puede dar en esta etapa, ni por imponer mandatos familiares de tal o cual profesión (cfr. CV 297).

Es aconsejable ofrecer algunas características que sirvan de pistas en el proceso de definición. Por ej. el ideal personal es alcanzable pero inagotable, porque sigue vigente a lo largo de toda la vida a pesar de que la persona va cumpliendo metas que son profundamente esperadas e importantes (casarse, tener hijos, recibirse, etc.).

Insistir en la educación en valores para la vida y actitudes para enfrentar el futuro con nuevas responsabilidades.

El trabajo sistemático desde temprana edad en las competencias de las dimensiones socio-afectiva, cognitiva y espiritual-religiosa-moral, son herramientas que ayudarán como medios para sostener las opciones del Proyecto vital. 

Las competencias socio-afectivas son fundamentales como preparación para la vida familiar, de consagración religiosa y participación social: el autoconocimiento, el autocontrol, la empatía, la capacidad de vivir y trabajar con los demás y para los demás, anuncian una vida en comunidad con calidad integral.

Respecto a la dimensión cognitiva, fortalecer y priorizar el desarrollo de las habilidades de pensamiento, las competencias de comprensión que llevan a la profundidad, las competencias de un pensamiento crítico que sabe discernir, argumentar y de un pensamiento creativo y proactivo que se abre a nuevas miradas sobre la economía, las relaciones sociales, la política, las redes mundiales buscando la síntesis fe-cultura. Saber más, en la óptica integral desde el Evangelio, para servir mejor, como podemos leer en Christus Vivit (223).

Las competencias espirituales, religiosas y morales son el marco más amplio del Proyecto vital, pues son las que nos permiten la familiaridad con Dios, la mirada continua sobre la propia vida mediante el discernimiento que nos lleva a la toma de decisiones, y la sensibilidad contemplativa de los demás en los cuales habita Dios. Desde aquí las preguntas ¿qué voy a hacer?, ¿cómo lo voy a hacer?, ¿para quién?, ¿qué haría Cristo en mi lugar? iluminan las micro y las macro decisiones que configuran el Proyecto vital.

Propiciar instancias y tiempos de discernimiento personal y comunitario para la toma de decisiones contextualizadas y coherentes con el proyecto vida. Talleres orientadores y EE.


Lecturas recomendadas: 

-Papa Francisco, Christus Vivit, Exhortación apostólica postsinodal a los jóvenes y al pueblo de Dios.

-Alberto Hurtado, El rumbo de la vida (Meditación de Semana Santa para jóvenes, escrita por el Padre Hurtado a bordo de un barco de carga, regresando de Estados Unidos, en 1946)

-Henry van Dyke, El cuarto Rey Mago (The Other Wise Man)

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